Abrimos este blog dispuestos
a recorrer cada palmo de un entorno
natural de excepcional singularidad, el Llano de Zafarraya. Poco a poco iremos desgajando los rincones que
esconde este paraje de extraordinaria belleza y riqueza patrimonial, así como
la idiosincrasia y cultura popular de sus habitantes.
Comenzamos este recorrido con una meta gastronómica que despierte el apetito y nos mueva en busca de una
fructífera salida al monte.
El otoño,
colorido e inestable. De luces cálidas y Sol tibio sobre alfombras de hojas
secas. Es la estación del cambio, la estación de muerte, antesala del crudo
invierno. Pero también estación de lluvias, estación de vida y estación de setas. Y es que no sólo de frutos secos
vive el otoño.
Existen muchos tipos de hongos
y setas. Algunos son comestibles, otros son mortales y otros producen risa
(que no alegría). Pero aquí, en este Llano,
entre las setas comestibles, la seta de cardo es la reina.
Setas de Cardo. |
En muchos lugares es considerada un manjar, cotizando al alza en bolsa. Y mientras tanto en estos lares
se la trata como si tal cosa, pues es
de lo más normal, y el hongo más conocido (después de la alternalia, que no se come). Y es que, en verdad, aquí se cría en
abundancia. Aunque en los últimos años quizás la bonanza no sea tanta. Hay
muchos factores, uno de ellos el climático.
Pero como siempre, e incluso algo tiene que ver con el anterior, es
determinante el factor humano. La
naturaleza y el hombre andan descoordinados en los últimos tiempos y es
necesario remediarlo. Hemos creado un mundo artificial de plástico cada vez más
insostenible.
De ahí que, en este aspecto, haya que recalcar que para
subir a la sierra en busca de este tesoro
micológico hay que ir bien preparados. Nada de bolsas de plástico. Y ya no
sólo porque esté prohibido, sino por sentido común. Las setas se recogen en cestas de mimbre o recipientes que
permitan la salida de las esporas,
que son sus semillas. Además, de esta
forma, al transportar tu cesta con setas por el campo ayudas a la propagación
de las mismas. Irás sembrando,
devolviendo de esta forma a la naturaleza lo que te llevas, y asegurando o
contribuyendo a poder volver a por setas el siguiente año. El que siembra, recoge,
dice el dicho.
La cesta y la navaja. |
Como buenos eteros, que es como se denomina en
el habla autóctona al buscador de setas, salimos con la fresca de la mañana a
nuestro cometido. Aun es de noche cuando, bien abrigados, pero previendo que
luego, andando por la sierra y conforme avance la mañana habrá prendas que
sobren, nos montamos en el coche. Aunque hay veces que el paraguas suele entrar
en el pack. En esta ocasión hemos
elegido como destino los llanos delBernagal.
Fue mi padre quien me inculcó esta peculiar afición. Me
enseñó a diferenciar las setas; la regla de oro, ante la duda mejor no cogerla;
regla dos, si encuentras sólo una, lejos no ha de estar su pareja. Sitios donde
es más propicio dar con ellas, la distancia de seguridad a guardar con la competencia, etc. Pero al fin y al
cabo, no era más que pasar una mañana con tu padre y rodeado de naturaleza. Una
experiencia no solo enriquecedora para el alma, sino para poner un plato en la
mesa.
Moño de Setas. |
Al igual que en otros temas del campo, existe cierta
reticencia a desvelar ciertos rincones. Lugares que por escondidos, o por azar
menos explorados, te llevan a disponer de un plus del recurso en cuestión. Del
mismo modo que, como ocurre en cualquier otro campo, existen ciertos personajes
que exageran en exceso dichos nichos de abundancia o fingen conocer tal sitio,
que no pueden nombrar, donde se crían
muchas etas, pero que no te pueden contar. Existe el peligro de que se
corra la voz y dejen el lugar seco o el embuste al descubierto.
Siguiendo la carretera que de Ventas de Zafarraya va a Alhama pasando por el Llano Dona, antes de
llegar a este último y subiendo la cuesta de la Majada de Peñas, se llega al Bernagal. También, con tiempo, se
puede subir andando a través de la colá
que va subiendo cercana a El Almendral. Es
este un hermoso arrabal perteneciente al municipio de Zafarraya, cuyo origen se remonta en el tiempo a los campamentos de
pastores que tenían sus rebaños en la antigua Dehesa de Zafarraya, que era el uso que tenía el Llano antes de su
roturación y puesta en cultivo a finales del siglo XVIII. Desde entonces los
pastos fueron desplazados a las sierras circundantes donde existen planicies
como el Bernagal.
En este lugar existen dos hitos, entre ovejas y cabras,
almendros y chaparros. Por un lado, el pasado, la memoria de lo que fue, el
recuerdo de una de las antiguas atalayas
con que los árabes controlaban desde las montañas circundantes la por entonces
extensa planicie arbolada que era el Llano. Ahora, tan solo queda alzándose
sobre dicho lugar un antiguo mojón de piedra. Y por otro lado, el futuro, el
avance, el ingenio que con el transcurrir de los siglos ha hecho al ser humano
alcanzar y colonizar campos que le eran impensables. Existe en el Bernagal un aeródromo desde el que alzan el vuelo
sobre las cabezas que balan máquinas voladoras.
Tras una mañana de paciencia y búsqueda. Con mejor o peor
resultado, según el día, regresamos a casa con los pulmones limpios y las
cestas llenas. Ahora toca limpiar bien el premio para quitarle la tierra. Alguna etilla
cae a la brasa en forma de tapa. El resto, bien enjuagadas, limpias y escurrías serán el ingrediente principal de una receta sencilla, pero
exquisita. Plato típico de la gastronomía local, el morrete de setas. De origen humilde, como la mayoría de los platos
campestres, suele cocinarse cuando la cantidad de setas no es mucha. Cuando no
es el caso, se suelen servir fritas
con su buen punto de picante. Un
vino dulce, o del terreno, viene de lujo como maridaje.
Morrete de Setas. |
Mojar sopas en un
buen morrete de setas de cardo del Llano de Zafarraya. No existe mejor final
para tan gustoso comienzo.
Bonito artículo y buen repaso a la historia
ResponderEliminarGracias!
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